Lissette Fossa (Periodista de Londres 38)
Tomás García Álvarez (Periodista en Práctica en Londres 38)
Con un operativo mediático, el 28 de junio pasado el Presidente Piñera anunció la llegada del Comando Jungla a la Araucanía, un equipo de 40 carabineros militarizados, entrenados en Colombia y Estados Unidos para enfrentar al "terrorismo".
La preparación en el extranjero de las fuerzas de seguridad del Estado no es nada nuevo. A fines de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos entregó grandes sumas de dinero para profesionalizar la labor de las Fuerzas Armadas chilenas; también profundizó en la política del "enemigo interno" y su lucha en contra del comunismo. Uno de los expertos en las doctrinas y la historia de las Fuerzas Armadas en Chile es Augusto Varas, ex director de Relaciones Internacionales y Estudios Militares de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Chile).
Varas conversó con Londres 38 sobre la indefinición en la labor que deben desempeñar las fuerzas armadas y la relación entre las instituciones armadas y el poder político. Con un estilo pedagógico, Augusto Varas explica tres momentos claves de la historia de las FF.AA y aclara que el concepto de seguridad nacional no le gusta ya que "es un concepto propio de la dictadura".
En distintos momentos de la historia chilena las Fuerzas Armadas han tenido acercamientos y distancias con el poder civil, ¿Cómo es esta relación en la actualidad?
Siempre las Fuerzas Armadas han estado vinculadas al poder político aún cuando han habido alejamientos o cercanías. Ahora, el problema ha sido la política del poder político hacia ellas. Creo que han pasado tres períodos distintos después de la dictadura: el primer periodo es desde 1990 hasta 1998, cuando Pinochet sigue a cargo del Ejército y no hay una renovación de los mandos. Ahí hay realmente un poder político, una fuerza que apoya el modelo hegemónico que se había instalado hasta el momento. Eso tiene varias vicisitudes, por ejemplo, está el tema del "Ejercicio de enlace", después está el "Boinazo". Hay dos o tres situaciones complicadas de amenaza de las Fuerzas Armadas hacia el poder democrático recientemente instalado. Es muy interesante, porque en ese período se muestra con mucha claridad la falta de lealtad democrática de la derecha, porque ellos apoyan con fuerza esos episodios. Se demuestra con mayor exactitud cuando Pinochet es arrestado en Londres, y la derecha despliega una iniciativa nacional de oposición que recuerda la oposición antidemocrática durante el gobierno de la Unidad Popular. Grupos agitadores cortan la carretera en el sur, la senadora Evelyn Matthei llamando a tirar tomatres a las embajadas de España e Inglaterra.
¿Cuál sería el segundo?
Desde el año 2000 en adelante. Hay una disposición del poder político, particularmente del presidente Ricardo Lagos, de someter a control político a las Fuerza Armadas y desarrolla dos líneas de trabajo: la primera, una parada en seco a toda la actividad política de los militares ante el llamado "servilletazo". Y, por otra parte, hay un proceso de modernización tecnológica de la defensa. Obviamente, las Fuerzas Armadas tenían una lista como para el viejito pascuero y Lagos les dice "no" y les pone límites. Yo diría que no produce reformas estructurales al interior de las Fuerzas Armadas, ni de la defensa, pero sí pone los límites en el actuar de los altos mandos. La reforma constitucional de 2005 elimina la función de las Fuerzas Armadas de ser "garantes de la institucionalidad"; los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y el Director General de Carabineros ya no son inamovibles en sus cargos; y el Consejo de Seguridad Nacional ya no puede autoconvocarse y queda como asesor.
¿Qué sucede más adelante?
Paralelamente con Lagos, se termina la mesa de diálogo que fue una operación de inteligencia del Ejército: se lleva a una mesa de conversación y de diálogo para resolver los problemas de derechos humanos, pero simultáneamente están destruyendo información (se refiere a la quema de archivos, a inicios del 2000, microfilmados por militares), destruyendo evidencia. Al punto que se descubre la falsa información proporcionada por el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, que tiene que salir a retiro. La mesa de diálogo es un fraude.
¿Cómo comienzan a desenvolverse las Fuerzas Armadas tras este quiebre?
A partir del 2002, más o menos, el poder de gestión política de las Fuerzas Armadas comienza a desinflarse. Después de la mesa de diálogo hay toda una recomposición interna, habiendo cambios en la jefatura institucional y todo lo que es la vieja guardia de la dirección institucional, creada y formada en dictadura. Las cabezas fundamentales pasan a retiro y comienzan a ser reemplazados por otro tipo de oficiales que tienen otra formación. Son oficiales que han sacado títulos, doctorados en Ciencia política, en Sociología, que no están tan imbuidos en la ideología de la seguridad nacional. Cheyre es uno de ellos, por ejemplo. Ahí hay una cierta renovación.
Está el "Nunca más" de Cheyre que es importante, pero es un "Nunca más" de Cheyre que no permea al conjunto de la institución. No hay una manera de introducir la temática de los derechos humanos dentro de las Fuerzas Armadas, no hay una decisión política porque todavía el poder político no tiene injerencia al interior de los procesos educativos de los militares.
¿Y la tercera etapa?
Creo que el 2006-2007 con el primer gobierno de Bachelet y en adelante, se abre una tercera etapa en la que las FF.AA se ponen a modificar su visión estratégica, pero siguen las resistencias. El ministerio de Defensa es muy débil, no hay civiles a cargo de cuestiones centrales. Los militares siguen controlando mucho.
Para finales del segundo período de Bachelet las situaciones que se producen por las catástrofes nacionales, particularmente los incendios, genera que ex ministros como Francisco Vidal salgan a decir que hay que modificar los aviones y poco menos que dedicar a las Fuerzas Armadas a ser guardabosques. Enriquez Ominami dice que el servicio militar tiene que dedicarse a recibir a los jóvenes delincuentes para reformarlos. Es decir, se produce una visión totalmente distorsionada de lo que son las Fuerzas Armadas, para qué están y para qué sirven. Entonces, lo que ha sucedido históricamente, yo diría desde 1883 en adelante, es que el poder político no sabe qué hacer con las Fuerzas Armadas.
Nos da la impresión que es una papa caliente que nadie quiere tocar...
Y no saben. Las Fuerzas Armadas quedan sin ninguna dirección, quedan "al garete", que es un dicho náutico que se refiere a cuando un bote queda sin remos y sin timón.
¿Considera que esta falta de dirección se debe a la ausencia de liderazgos o a no querer asumir la responsabilidad política del asunto?
Hay varias cosas. Primero, no hay una clara idea, dentro de la civilidad democrática y política, de qué hacer, o sea, un problema conceptual. Segundo, tampoco dentro de las Fuerzas Armadas saben qué hacer, porque siempre está la tensión, desde 1883 en adelante, a mi juicio, de lo que se llama la "extensión de roles". Esto es algo que la sociología ha tratado muchas veces, es decir, todas las organizaciones complejas tienden a reproducirse y a ampliarse.
Es decir, no se ha definido el rol de las Fuerzas Armadas en el proyecto país...
Exactamente. Nunca ha habido una relación adecuada entre Fuerzas Armadas y diplomacia, por ejemplo. Ellas tienen sus propias políticas exteriores, o sea, no hay una unidad de criterio respecto de cómo el componente militar es parte de una estrategia de poner a Chile en un lugar determinado en la región y en el mundo. Si se quisiera tener un rol internacional por la paz, bueno, las Fuerzas Armadas tienen que desarrollar más las operaciones de paz, la prevención del conflicto, el apoyo a los órganos multilaterales de control de conflictos, etc.
¿Esa indefinición viene desde hace mucho antes o es característico de este tiempo?
Desde 1883 en adelante. Al inicio estaba la guerra del Pacífico y estaba clarísimo lo que tenían que hacer, pero antes se habían dedicado a la "pacificación de la Araucanía" y más tarde a desarrollar el país con Ibáñez en los golpes desarrollistas, y después en los años 30 no sabían qué hacer. Cuando hay una desatención, cuando no hay un claro propósito político y no hay una conducción civil y democrática que le de una misión y le entregue los recursos para ello, de una manera moderna y profesional, se producen todas estas situaciones.
¿Cómo les afecta a las Fuerzas Armadas la crisis de corrupción en la que se han visto envueltas? De alguna manera hay un alejamiento mayor desde el poder político. Pareciera ser que la derecha, que por muchos años fue leal y protectora, se comenzó a desligar después de los casos de desfalco.
Una cosa es desligarse y otra cosa es criticar lo criticable. Creo que la derecha sigue teniendo la visión de siempre. Las Fuerzas Armadas en el orden interno y ese tipo de cosas. No es que los escándalos y los robos en la Ley del Cobre y en Carabineros, que ya no tiene límite, aleje a la derecha de las Fuerzas Armadas, más bien les exige probidad para poder seguir estando con ellas en esas tareas.
¿Hay un límite difuso entre la seguridad interior del estado, la seguridad pública y la ciudadana?
A mí, la palabra seguridad no me gusta. Seguridad nacional es un concepto instalado en la dictadura. Es un concepto con el que se le da un rol a las Fuerzas Armadas más allá de su competencia. Por ejemplo, en la Constitución aparece el concepto de seguridad nacional asociado a temas laborales, a temas de financiamiento internacional, y otras diez áreas de política pública, de eso podría concluirse que las Fuerzas Armadas deberían meterse en todos esos temas. Yo prefiero hablar de orden interno, eso es lo que tenemos. Las policías se deben dedicar al orden interno y las Fuerzas Armadas a la defensa.
Uno como ciudadano medio se pregunta ¿qué hacen realmente las Fuerzas Armadas ? Es una frase que se escucha mucho. Pareciera ser que se necesita mostrar cierta utilidad de la institución en la que se gastan millones de pesos al año.
Lo que pasa es que este país es un país muy insular. Entonces, nunca se ha tenido una noción de cuál es el rol del país en el mundo. Ahora, con la globalización es el momento de pensar qué se quiere para este país. Por ejemplo, Chile está dirigiendo la maniobra naval más grande del Pacífico ¿De qué sirve eso? Bueno, si nosotros queremos desarrollar una política hacia el Asia-Pacífico, eso requiere un componente militar, que es distinto a la militarización. Pero ahora hay una desconexión entre la formulación de la política y la aplicación. Queda mucho por hacer.
¿Están las Fuerzas Armadas subordinadas al poder civil?
En la medida que hay autonomía no hay plena subordinación. Si hubiera plena subordinación no se hubieran robado 81 millones de dólares. Lo que pasa es que todo esto, tantas cosas, las previsiones, la falta de probidad, de los pitutos, todo eso viene de la dictadura. Pusieron el gato a cargo de la carnicería. Era inevitable. Las Fuerzas Armadas estaban a cargo del país. Hicieron lo que quisieron. Ahora, desde los años noventa para adelante todo fue muy difícil. Aylwin, particularmente, no iba a poder controlarlos con Pinochet en la jefastura máxima del Ejército. No había poder político capaz para eso, entonces, o generas una mayoría política para tener control y dirección efectiva son¡bre las instituciones armadas o pasa lo que está pasando.
Recientemente se hizo público un caso de abuso sexual en un regimiento del norte del país. Más allá del componente mediático, hay dos factores interesante. Se habló de la Justicia Militar y de la relación con los abusos. Da la impresión que todos estos temas, además de la diversidad sexual, llegan de sorpresa al Ejército. ¿Es tan así? ¿Va a cambiar?
Creo que está cambiando. Hace tiempo atrás, por ejemplo, en la Armada, que es la rama más conservadora, el alto mando autorizó a un mafinero a hacer pública su homosexualidad y estám evisando los reglamentos para adecuarlos a los Acuerdos de de Unión Civil. Creo que en eso se ha avanzado. Hay mucha resistencia, pero el Alto Mando, en materia de diversidad sexual, está clarísimo que no va a tener otra posibilidad que abrir esos espacios.
Y la incorporación de mujeres a las instituciones, ¿hay más resistencia con eso?
Hay más resistencia que con el tema de la diversidad sexual. Ahora, respecto a la inclusión de las mujeres hay avances: El más avanzado es la Fuerza Aérea. El Ejército y la Marina tienen cuotas para las mujeres por lo que la probabilidad de una de ellas llegar a comandante en jefe tomará varias décadas. En la Armada, no pueden servir en los submarinos.
Por otro lado, ¿qué se hace con la Justicia Militar?
Hay que cambiarla completamente. No puede ser que temas que no sean militares pasen por ahí. Solo frecuentemente casos de violencia intrafamiliar ya no están en la Justicia Militar. Hay que reducirla drásticamente a los temas propiamente militares.
En una de sus publicaciones usted habla de la "auto-imagen idealizada" que tienen las Fuerzas Armadas ¿Podría desarrollar esta idea?
La institución es, lo que la sociología llama, institución inclusiva, total. Este tipo de instituciones son endogámicas, se casan entre ellos, se reclutan entre ellos. Están poco abiertos a la sociedad. Pero al mismo tiempo es la única profesión que frece la vida en el cumplimiento del deber, como tienen esta característica especial, tiene que haber algún elemento psicológico que permita darle consistencia a esta dedicación de vida. Tiene que haber algún principio que haga legítima, comprensible y acertada esa entrega. De ahí viene la necesidad de construir una autoimagen que siempre está marcada por símbolos religiosos: la Vírgen del Carmen, por ejemplo. Ahora, cuando no hay una dirección civil, esta autoimagen se desproporciona; se sienten lo máximo.
¿Cómo debería ser la formación actual de las FF.AA?
Debería estar complementada con una formación en materias no militares y hecha por civiles. Por ejemplo, antes la Escuela Militar tenía un curso de Ciencia Política hecha por la Universidad de Chile y hoy lo están impartiendo oficiales en retiro.
Pasando a otro tema. El gobierno de Sebastián Piñera ha desarrollado planes de patrullaje de Carabineros en distintas zonas del país, alcanzando un gran número de detenidos. ¿Qué hay detrás de estos procedimientos?
Eso es parafernalia y publicidad. Es una actividad que no apunta al meollo de las cosas. Se podrían hacer perfectamente sin el presidente y hacerlo todo los días, sería mucho más eficiente. Pero también implica una modificación de los juzgados, por ejemplo. Creo que el tema de la delincuencia y el crimen organizado es mucho más complejo. Al mismo tiempo, dar señales de que no se puede ser blando con los delincuentes de cuello y corbata. Tiene que haber cierta consistencia en el mensaje que se transmite de que no se arranca nadie. O sea, si hay tolerancia cero que sea de arriba a abajo.
¿Cómo deberían ser unas Fuerzas Armadas chilenas modernas?
Las fuerzas armadas se definen dependiendo de cómo definimos la defensa, pero creo que sí deberían ser más reducidas, más profesionales orientadas a lo conjunto, más económicas por lo tanto. La defensa es la función, las fuerzas armadas son los roles, la función de la defensa se relaciona con el desarrollo tecnológico. La tecnología es la que empuja esta área, si vas a tener Fuerzas Armadas no las puedes tener des-profesionalizadas, necesitas que estén trabajando en desarrollo de tecnología militar, es una actividad permanente que tienen que realizar. Una fuerzas armadas modernas deberían estar permanentemente en eso.