Esta postura sobre la cárcel, le ha significado en más de una ocasión al investigador Silvio Cuneo responder a la pregunta "¿cuál es la solución, entonces?". Para el autor del libro "Cárceles y Pobreza. Distorsiones del populismo penal", de Editorial Uqbar (2018), existe un afán por castigar y perseguir la pobreza, como si la delincuencia estuviera vinculada únicamente a los sectores más pobres de la sociedad. Apunta también a los robos de "cuello y corbata" y reniega de que los "caballeros" estén libres de prácticas que históricamente se le atribuyen al "flaite".
Londres 38 conversó con el abogado sobre las abismantes diferencias entre las penas por crímenes de lesa humanidad y otro tipo de delitos; la manera en que la cárcel termina por producir más delincuencia, las violaciones a los derechos humanos en los penales chilenos y la idea del "populismo punitivo" que afectaría directamente a algunos. Para él los principales réditos se los lleva la clase política. "El principal beneficiado (...) es el político que desde del discurso obtiene el poder, y que incluso está dispuesto a que Chile haga malos negocios y pierda plata".
Nos llamó la atención su estudio, no es habitual que en el mundo académico haya investigaciones sobre los derechos de los reos y sobre la penalización de la pobreza. Entiendo que tiene razones múltiples, pero ¿por qué dice que en Chile se penaliza la pobreza?
Se trata de pensar que el sistema penal y las penas en general son un sistema de control de la delincuencia, sin embargo, afirmar eso supone que los ricos cometen menos delitos que los pobres o que el delito es monopolio de la pobreza. Y esto no es así. Por ende, después de estudiar distintos regímenes penales en diversos contextos, nos damos cuenta que la pena, más que ser un sistema de control de la delincuencia, es un sistema de control de la pobreza. Se castiga a los pobres por conductas no tan graves. En cambio, se buscan mecanismos para sancionar muy livianamente y no tocar a los poderosos. Un ejemplo reciente en Chile es la pena de Carlos Délano, que cometió un delito multimillonario y tuvo un procedimiento abreviado con una pena de libertad con firma. El sistema penal es super duro hacia los sectores económicos bajos, y muy blando con los delitos de cuello y corbata.
En sus textos analiza cómo el cambio al modelo socioeconómico neoliberal, que se genera en dictadura, afecta y determina la sobrepoblación de presos en Chile…
La verdad es que yo partí con esa idea, esa era mi premisa, que lo que determina el alto número de presos en Chile tenía que ver con la estructura económica desigual. Pero en la medida que iba avanzando en la investigación me di cuenta que eso influye, pero no era el factor más importante. Lo que más influye en Chile, en el momento y el número de presos, tiene que ver más con un fenómeno de populismo punitivo. Si nosotros analizamos leyes muy duras, como la ley 20.000 que es la del tráfico de drogas, o las agendas cortas, son leyes que nacen de los gobiernos de la Concertación y que son votadas de forma unánime desde la UDI hasta el Frente Amplio. Todos votan por las normas más punitivas.
Este populismo punitivo ¿cómo lo podríamos definir? ¿qué lo diferencia de un populismo clásico?
Principalmente tiene que ver con dos cuestiones: la delincuencia es un problema real, existe, pero existe otro problema que es el miedo al delito y el miedo al delito no necesariamente tiene que ver con la realidad. Por ejemplo, Chile es un país con pocos delitos, pero con mucho miedo al delito, entonces, cuando se legisla para realizar políticas penales se legisla basándose en el miedo al delito y no en el delito. Entonces, se legisla mal, se legisla para la galería y para ganar elecciones. Se legisla primero pensando en que se está de parte de la víctima y, por otro lado, pensando en que el aumento de las penas y la penalización de todo va a traer una disminución de la delincuencia y eso no es así.
Aquí a la gente se le encierra en cárceles y salen mejores delincuentes...
Es que ese es un tema que está súper estudiado. La cárcel, como cualquier espacio, hace que uno aprenda las conductas y los valores de quienes lo rodean. Entonces, y esto se viene estudiando desde la década del cuarenta del siglo pasado, genera efectos criminógenos. Tener a muchas personas en un espacio reducido que se llama cárcel, ayuda a fomentar estas tendencias delictivas y por lo mismo la cárcel es uno de los entes más criminógenos que podemos imaginar. Estamos encarcelando a mucha gente como pretexto para controlar la delincuencia y la cárcel es el peor sistema para controlar la delincuencia.
¿Qué pasa con los derechos humanos de las personas que llegan a la cárcel?
Hay que entender que encarcelamiento masivo no es una fatalidad natural, no es un terremoto que se nos viene encima. Es fruto de decisiones políticas que toman personas determinadas que tienen cara, tienen nombre, deciden, son líderes y la gente los apoya. Ahí está Ricardo Lagos, Bachelet y casi todos los parlamentarios, y líderes políticos. Los derechos humanos importan poco, de hecho, ni siquiera diría que importan poco, yo hago la acusación más directa: yo creo que estas personas como Lagos, Bachelet, Orpis que hoy día está condenado, son responsables de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Todos los que votaron la Ley 20.000, que fueron casi prácticamente todos los parlamentarios, son responsables de que se vulneren los derechos humanos de las personas presas.
En Londres 38 tenemos una campaña que se llama #TodalaVerdadTodalaJusticia y el eslogan es No más Impunidad. Hay un tema con la impunidad en el caso de los delitos de la dictadura que permite que otros delitos queden impunes ¿Existe alguna relación con eso? ¿Qué pasa con la justicia? Hay delitos super graves en Chile, el caso Penta, por ejemplo, que pasan colados ¿qué mensaje queda en la ciudadanía con todo esto?
A mi me parece importante que los responsables de delitos de lesa humanidad cumplan una condena, pero me parece aún más importante que nuestras cárceles no signifiquen espacios de violación sistemática de los derechos humanos. De repente siento que nos equivocamos en el discurso porque Punta Peuco, por ejemplo, nos genera mucha rabia porque nos parece muy injusto que estos violadores de derechos humanos tengan condiciones relativamente dignas, pero en verdad deberíamos centrarnos en que todas las cárceles sean como Punta Peuco, y no en que Punta Peuco se transforme en las otras cárceles. El respeto por los derechos humanos significa respetar el derecho humano del Mamo Contreras, y el respeto de la legislación y la fundamentación parece no entenderse.
Sobre los derechos humanos y la criminalización de la pobreza ¿Qué tanto peso tienen los medios en esto? ¿cómo se enfrenta eso?
Los medios de comunicación y la televisión, por un tema de rating, le dan como "caja" a la delincuencia. Entonces, si un femicidio, que es un delito horroroso, lo repetimos tres veces al día durante una semana, ya lo estamos pensando cómo veintiún femicidios. Pasa en general con la delincuencia, por ejemplo, los portonazos. La gente piensa que la van a asaltar en todas partes y la realidad dice que el delito existe, es un problema real, existen probabilidades de ser víctima de delitos, pero mucho más bajas de lo que nosotros pensamos.
Tú aquí citas el libro de Juan Andrés Guzmán y Marcela Ramos, "La guerra y la paz ciudadana", donde se explica el negocio en base al miedo de la delincuencia que realiza Paz Ciudadana, ¿a quiénes les conviene la delincuencia?
A mi me gusta ser bien cauto en este tema. Hay trabajos, y trabajos muy buenos como los de Nils Christie, que hablan de la industria del delito. Las armas son un negocio brutal, los guardias privados, los seguros, todo eso es negocio. Sin embargo, yo creo que el principal beneficiado con esto del mayor punitivismo y del encarcelamiento masivo no es quien tiene una ganancia directa, sino que es el político que desde del discurso obtiene el poder, y que incluso está dispuesto a que Chile haga malos negocios y pierda plata para que ellos se mantengan en el poder. Entonces, yo creo que Michelle Bachelet no recibe ni un peso por el encarcelamiento masivo. Para ella haber tenido agendas cortas, y haberse mostrado como protectora de las víctimas de delitos de hurto y robo, le da un cierto nivel de popularidad que le permite, quizás, ganar una tercera elección.
¿Corremos el riesgo de que este fenómeno aumente? En el escenario actual en el que, por ejemplo, un gobierno de derecha usa mucho ese discurso, se instalan ideas como el "terrorismo" en La Araucanía..
O sea, el único terrorista en La Araucanía es el Estado. Que una mujer tenga que parir engrillada eso es terrorismo de Estado. Todos los montajes que se realizaron en La Araucanía son terrorismo. Lo que hay detrás de esta lógica de guerra en el conflicto mapuche es lo mismo que está en otras lógicas belicistas de la delincuencia: guerra contra las drogas, guerra contra la pedofilia, guerra contra el terrorismo. Esto es apagar el fuego con bencina.
¿Genera conflictos sociales mayores?
Claro que sí. Y aparte, lo más grave es que esto significa violar sistemáticamente los derechos de personas y dispararle a los niños. El problema de esto es que cualquier cosa va a ser un conflicto, y por lo mismo en La Araucanía se pueden hacer verdaderos montajes para meter armas en la casa de una mujer que no tiene nada que ver. Estamos vulnerando los derechos más fundamentales, como la libertad de una persona, por montajes. Yo creo que casi todo es montaje en La Araucanía. O sea, hay delitos horribles como la muerte del matrimonio Luchsinger-Mackay, pero en cualquier delito terrible lo que tiene que hacer un Estado de derecho es buscar a los responsables. Y si no encuentran a los responsables, no pueden inventar pruebas con tantas personas, porque sancionando a un inocente no hacemos nada de justicia.
En las conclusiones de tu libro mencionas medidas que podrían enfrentar esto sin caer tampoco en la panacea de las soluciones...
A menudo me encontraba con esa pregunta:"¿qué ofreces, entonces?". Y ese es el tema, porque esta es una crítica ética sobre decisiones que podrían haber sido otras. Entonces al final del libro, que no son ideas propias son ideas que yo saqué de diversos textos que leí, veo distintas alternativas posibles al encarcelamiento.
Las propuestas que yo hago en el libro, de alternativas al encarcelamiento no son viables, principalmente, porque no son populares. Son factibles, si se puede, pero no son populares porque tienen un costo político muy alto.
Y temas como el incendio de la cárcel de San Miguel. Son temas terribles, dolorosos, pero que podrían abrir discusiones de este tipo ¿o la sociedad aún no está preparada?
Yo creo que poco, porque el incendio de San Miguel fue un hecho particularmente grave. Incendio en las cárceles en Chile hay varios. Muertos en las cárceles hay muchos, todos los años. De hecho, el último informe que hizo la Corte Suprema, en 2017, dice lo que han dicho todos los informes de la Corte Suprema casi todos los años: que las condiciones son insalubres, que los presos tienen mala alimentación, que son castigados de forma arbitraria y van a seguir así.
¿Crees que en algunos años más vamos a ver con horror lo que está pasando hoy día, tanta gente presa en Chile?
El otro día estaba en un congreso en Colombia y me puse a discutir, en los mejores términos, con Juan Ángel Brandariz que es un criminólogo catalán. Él pensaba que Chile iba a disminuir el número de presos porque Chile mira mucho a Estados Unidos, más que otros países del continente, y Estados Unidos ha bajado un poco las tasas en los últimos años. Entonces, yo le decía que iba a pasar lo contrario, principalmente porque la agenda corta permite mucha justicia negociada. Mucho condenado en libertad, hoy día, por delitos contra la propiedad, va a ser el condenado preso en unos años más, porque los condenados por delitos contra derechos patrimoniales generalmente son reincidentes. Entonces, se van a disparar las tasas de encarcelamiento. Ahora, son pronósticos y espero estar equivocado.