Complejo madereroDe ello da cuenta la extensa lista de monumentos nacionales reconocidos por la institución. Es el caso de bienes como la Casa Piñera y la Casa Chadwick en La Serena, patrimonio familiar de lxs antepasadxs del actual Presidente de la República y del ministro del Interior, respectivamente. O la Casa Abaroa, en Antofagasta propiedad del abuelo de Andrónico Luksic; los palacios Pereira, Cousiño, Vergara, Baburizza, Rioja, Elguín entre muchos otros pertenecientes a empresarios y políticos; y los numerosos fuertes e iglesias reconocidas como parte del patrimonio nacional.
Desde hace un par de décadas un proceso político, social y cultural protagonizado por diversos actores comenzó a exigir una revisión de esa forma de comprensión del patrimonio, la memoria y la historia, cuestionando críticamente sobre todo sus zonas de omisión y exclusión. Ese proceso ha tenido sus propios ritmos, manifestaciones y dinámicas, y el reconocimiento institucional no ha sido siempre su norte. Por eso ha buscado construir sus propias formas de elaboración del pasado y de conmemoración para socializar y hacer memorable su experiencia histórica, para relevar otros bienes y expresiones culturales propios de los sectores populares y pueblos indígenas entre otros grupos invisibilizados, así como también espacios vinculados a las violaciones a los derechos humanos y a experiencias de lucha y resistencia en dictadura.
La institucionalidad del patrimonio tradicionalmente refractaria a estos enfoques ha incorporado, no obstante, algunos de ellos. Esta apertura incluyó la dimensión inmaterial del patrimonio y fue estimulada por procesos internos y por un contexto internacional en el cual instituciones como Unesco reconocieron esa diversidad y comenzaron a comprender la memoria y la historia como parte de un patrimonio común no por ello exento de conflicto.
En sociedades divididas como la nuestra el patrimonio es también un espacio en disputa donde se manifiestan a nivel simbólico las diferencias y enfrentamientos presentes en ella. Por esta razón, no es política ni éticamente aceptable la falsa idea de unidad en virtud de la cual la UDI promueve un proyecto de ley para impedir "reconocer como patrimonio materias que dividen a los chilenos", junto con impugnar la declaratoria de Monumento Histórico de los bienes relacionados con el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli.
Esa falsa unidad es el consenso de quienes han tenido el poder, tantas veces impuesto por la fuerza y validado simbólicamente, como el monumento a Cornelio Saavedra responsable de la ocupación militar del territorio mapuche. O el Museo en homenaje a Gabriel González Videla responsable de la Ley maldita. Y todas las casonas patronales, palacetes y fuertes militares que forman parte de la escenografía de otros episodios de esa historia de violencia política y social.
Por el contrario, la declaratoria de Monumento Histórico del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli es el reconocimiento a los valores y atributos de catorce lugares referidos a la historia de las deplorables condiciones laborales y de vida de un importante grupo de trabajadores y trabajadoras en un territorio muchas veces hostil, a sus obras y a sus logros. Es el reconocimiento al trabajo, creatividad y auto-organización de los más pobres, pero también a su capacidad de lucha y resistencia en medio de las condiciones más adversas bajo la violencia política genocida de la dictadura. Encontraremos otras referencias en diversos países del mundo, donde se han reconocido lugares bajo los mismos argumentos y cuyo valor ha sido la historia de resistencia a las dictaduras, como por ejemplo el reconocimiento de la Junta de Andalucía a La ruta guerrillera de los 'Juiles' de Montoro o los monumentos a la resistencia alemana en contra del nazismo, incluyendo el reciente homenaje de la canciller Angela Merkel a quienes atentaron en contra de Hitler, solo por nombrar algunos casos recientes. Por ello el argumento de la UDI no es más que una tergiversación y reducción del fundamento de la declaratoria.
No olvidemos que en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se expresa: "Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión".
Por lo antes expuesto, una revisión de la declaratoria por parte del CMN significaría un grave retroceso, razón por la cual apoyamos el reconocimiento del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli como Monumento Histórico y rechazamos la iniciativa anunciada por la UDI.
Londres 38, espacio de memorias