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Reportaje

Solo el pueblo ayuda al pueblo

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Solidaridad, Soloelpuebloayudaalpueblo, olla común, rescatistas, educación popular, Cruz Negra, Boca Sur, Villa Francia, Calama, apoyo mutuo, dignidad.
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Publicado el 14 de octubre de 2020

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Las redes de organización popular han sido claves para la sobrevivencia del pueblo y la mantención de su moral, tanto en el contexto de movilización social como en el de pandemia. Las ollas comunes, los comedores populares y los grupos de salud han contribuido a mantener el ánimo y a proveer el sustento durante la crisis social agudizada por las decisiones políticas que solo buscan fortalecer el modelo.

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por Carolina Vigneaux*

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Sólo el pueblo ayuda al pueblo

"No recuerdo qué día fue pero estaba muy angustiada, era de noche y mi hija dormía, ahí recién pude llorar. Estaba desesperada, pensaba en la gente que vive en la calle, las familias que apenas tienen para llevar alimentos a sus casas. ¿Cómo lo harían? Cómo hacer frente a un modelo económico que ha privilegiado el mercado, la competencia y el aislamiento social. Llamé a Zulema ¡ayúdame a hacer algo le dije!, ella estaba también muy asustada, ¡estás loca! me dijo. Necesitábamos ayudar a nuestra gente a pasar esta crisis provocada.

Al otro día, Zulema me llama y comenzamos a movernos. Busqué lugares donde hacer una olla común, yo me vestía con mi traje y Zulema me llevaba a casas a sanitizar, pedíamos mercadería como pago para ir en ayuda. Comenzamos a invitar gente de la población, de a poco se fueron sumando y colaborando", nos cuenta Ester de la organización la Tumpa Acción Popular de Conchalí que nace desde la Asamblea de la comuna y el colectivo feminista Kullay.

Las organizaciones populares territoriales en nuestro país tienen larga historia, desde hace al menos un siglo los pobladores se han organizado para enfrentar el hambre, la falta de abrigo, el precario acceso a la salud, a la educación y a la vivienda. Las crisis sociales, producto de un sistema que azota siempre más fuerte al pueblo pobre, han estado acompañadas con movilizaciones que traen un apoyo solidario desde el pueblo, el cual resulta fundamental para sobrevivir en lo material y en lo humano.

"En estos días somos muchas y muchos comprometidos con esta causa, no solo ser solidario, sino fortalecer la capacidad de construir un país para todas y todos, una matria donde no podemos estar bien si nuestros vecinos y vecinas, chilenos y migrantes no lo están" señala Ester.

Esta vez no ha sido la excepción, el hambre y los dos millones de cesantes producto de la pandemia, junto al manejo gubernamental centrado en blindar a la gran empresa, ha dejado en el abandono a una mayoría que sobrevive con bajos sueldos y empleos precarios, muchas veces informales, calando fuerte y haciendo imprescindible la olla común, los comedores populares, el apoyo a los que enfermaron y debieron enfrentar, en algunos casos, el rechazo de sus vecinos debido al temor y la falta de educación con respecto al autocuidado.

Además, el modelo se ha sostenido bajo la privatización de los derechos sociales que mantiene a las familias sin las herramientas necesarias para hacer frente a las crisis lo que no solo significa carencia de recursos monetarios para la sobrevivencia sino que, además, llegar con la salud debilitada por la postergación eterna de los pobladores y pobladoras en los servicios de salud primaria y por la falta de un sistema de salud preventivo.

Vecino feriante llevando cooperación a la olla común de Tumpa Acción Popular de ConchalíVecino feriante llevando cooperación a la olla común de Tumpa Acción Popular de Conchalí

Vecino feriante llevando cooperación a la olla común de Tumpa Acción Popular de Conchalí

Zulema de Conchalí nos cuenta "nuestro lema es 'La puebla ayuda a la puebla', tumpa es una palabra aymara que nos conecta con el asumir responsabilidades conjuntas, y según los ritmos y posibilidades de cada uno, para cuidarnos comunitariamente entre todes".

A partir del mes de abril, las ollas se multiplicaron por cientos a lo largo del país, siendo la única forma de alimentar a muchas familias, especialmente durante el invierno, pero aún existen organizaciones que, además de alimentar a sus comunidades, han extendido una importante red popular de solidaridad que ha sido capaz de formar comunidad en distintos territorios, y de resistir.

"Partimos con 60 platos, y a los dos o tres días nos dimos cuenta que nos quedamos cortos ya que a raíz de la pandemia, la gente sin trabajo, muchos con Covid, obviamente había una necesidad importante, y como sabíamos que la realidad de la población se arrastra desde siempre en nuestro pueblo, lo que hizo la pandemia fue sacar el velo de los ojos no más y se aumentó, siempre ha habido gente que no tiene qué comer. En la primera semana llegamos a los 300 platos. Comenzamos a hacer fichas para que se inscriban, y en algún momento llegamos a los 697 platos y eso duró como dos meses, de lunes a viernes", nos relata Tuti de Villa Francia.

En este contexto, se dieron dos condiciones que favorecieron la organización, por una parte las medidas del gobierno, que nuevamente salen a resguardar a las grandes empresas y garantizar la estabilidad del modelo neoliberal con el aval del parlamento, que a través de la ley de "protección" al empleo, dejó a mucha gente con una baja significativa de sus ingresos, que tuvo que buscar una solución ya no de manera individual como se hizo durante décadas, sino en colectivo. Por otra parte, se activaron las redes que se habían creado en muchos territorios durante la revuelta para hacer fluir la solidaridad. Esto en el contexto de una crisis económica que se venía arrastrando desde hace al menos un año y que afecta más directamente a los sectores populares que tienen mayor dependencia del empleo informal dado las condiciones del modelo. Según el estudio Emprendimiento y Subsistencia de Fundación Sol el 56,5% de las microempresas informales no logra generar ingresos superiores al salario mínimo. Además, el 54,3% de los trabajadores gana menos de $350.000 líquidos como consta en el informe Los bajos salarios en Chile de la misma organización.

En el norte del país, Gioconda de Calama, nos cuenta que "la olla surge aquí en la población como consecuencia inmediata a la crisis económica, social y sanitaria derivada de la pandemia, que significó cesantía, suspensión de contratos laborales, un contagio descontrolado en la zona, por la decisión de no cerrar el aeropuerto y mantener la actividad minera, en Los Balcones tuvimos un alto contagio y en la ciudad muertes que superaron las 300 personas".

Comunidad de Boca Sur, región del BioBio.Comunidad de Boca Sur, región del BioBio.

Comunidad de Boca Sur, región del BioBio.

Crear comunidad

Sin embargo, además de la urgencia de la alimentación, las ollas son también una oportunidad de construir lazos, vincularse con otros y percibir que las necesidades familiares son las mismas en todas partes y que la única forma de salir adelante es unirse y buscar soluciones en común. Es una vía de subvertir un sistema basado en el individualismo transmitido por el "salvarse solo" y "rascarse con sus propias uñas", para cambiarlo por un comunitarismo como el que se reflejaba en los carteles de Plaza Dignidad: "si nos volvimos a encontrar no nos vamos a separar ahora". Por eso, las ollas eran también parte del clima de calidez que se armaba en pleno campo de batalla cuando veías a niños jugar y a los mismos adultos mayores que luchaban hace un par de décadas emocionados al ver a los jóvenes por fin despertar.

"La idea es que sea un comedor donde los vecinos vengan a comer acá, porque no es solo un plato lo que nos interesa, es crear comunidad para cada persona que viene acá y nosotros que somos igual de pobres para interactuar, conocernos. Queremos poder generar una red de contención, no solamente con el alimento. Además, tenemos una postura política que la mostramos por todas las redes. Cuando había más gente hacíamos una arenga aquí afuera donde decíamos que los mismos que nos empobrecen son los que después nos mandan una caja de mercadería, andan buscando sus votos", nos cuenta Tuti de Villa Francia.

En algunas poblaciones como Villa Francia y Boca Sur renacieron organizaciones antiguas o aunaron fuerzas entre distintos colectivos. Otras, como Los Balcones de Calama, despertaron al calor de la organización en tiempos de la revuelta. En Boca Sur, de la región del Bio Bio, las ollas comunes nacieron como respuesta organizada frente al hambre y al mes se generaron tres comedores populares en el sector Michaihue 600, como espacios de organización para levantar también otras demandas, entre ellas, la necesidad de una casa, un barrio y una vida digna.

El objetivo es construir desde abajo para fortalecerse e ir perdiendo los miedos, contar con el otro y eso lo logran en Villa Francia resignificando la importancia del buen trato. Caro nos dice "A nosotros nos interesa que a la gente no le dé vergüenza recibir ayuda, que se sienta en confianza. Eso lo hablamos y es parte importante de nuestra labor, entender que esto lo hacemos entre todos".

El protagonismo de los territorios en la revuelta popular

Las organizaciones territoriales fueron parte fundamental del movimiento social ya sea, directamente, a través de las movilizaciones, como mediante el apoyo a los compañeros y compañeras que se mantenían en la calles. Las razones de las protestas siguen estando vigentes, en cada esfuerzo solidario que realizan por la conciencia del abandono de las instituciones. Las medidas del gobierno y los presos por protestar les han dado más razones para continuar.

"El apoyo al movimiento de octubre de 2019 fue espontáneo, sobre todo en la ciudad, a excepción del sector minero que se desmarcó del estallido, en nuestro sector se organizaron pequeños grupos que marcharon diariamente, jóvenes de primera línea, adultos y trabajadoras y trabajadores en general, grupos de dueñas de casa y estudiantes" relata Gioconda, de Calama.

En Boca Sur, el 19 de octubre se convocó a un cacerolazo, se marchó por la población, las banderas mapuche y chilena se alzaron en un grito de dignidad, y se terminó en la histórica ruta 160 con barricadas de vecinos y vecinas. El domingo 20 se conformó la primera asamblea popular de la población. Sin embargo, las manos se hicieron pocas y comenzaron a inventar formas para ayudar ya que era necesario cubrir distintos aspectos de la movilización desde el territorio. Entonces, se organizaron para apoyar la creación de equipos de salud, jurídico y de derechos humanos.

Actividades para niñes, fanzine Pillines en cajas de alimentosActividades para niñes, fanzine Pillines en cajas de alimentos

Actividades para niñes, fanzine Pillines en cajas de alimentos

En la escuelita popular Teresa Flores, de La Serena, decidieron crear el fanzine "Pillines", dedicado a los niños y niñas, para entregar con las cajas de alimentos. Además, formaron la Radio Popular la Revuelta, con la intención de seguir generando diálogos y registros de lo que estaban vivenciando, y de disputar los espacios de comunicación hegemónica local.

En Tumpa de Conchalí, además de generar la olla común y un Juntos Compremos realizaron sanitizaciones con amonio cuaternario en casas de familias afectadas con Covid y en las de quienes deseaban aplicarlo por prevención. Nos cuentan que al hacer entregas de almuerzos en domicilios, han ido detectando serias deficiencias estructurales y malas condiciones que no permiten una mínima calidad de vida, en algunos casos han logrado gestionar mejoras con aportes solidarios de otros vecinos.

Vulneración de derechos humanos

Varios integrantes de organizaciones tienen un historial de lucha por la defensa de los derechos humanos desde la época de la dictadura, entonces sienten una doble vinculación, por un lado, por la reivindicación de una deuda histórica y, por el otro, por la lucha diaria en pos de los derechos sociales.

Gioconda Viveros, dirigenta de la Junta de Vecinos de Los Balcones de Calama, es nieta de una víctima de la dictadura, su abuelo fue detenido y torturado. Dentro de sus actividades está la defensa de los derechos humanos, también apoya activamente a las organizaciones de la diversidad sexual.

Los pobladores de Villa Francia son conscientes que viven la vulneración de sus derechos, "en alimentación, la salud que tenemos los pobres que es tan precaria, y desde la reivindicación de los caídos, de los que han luchado por conseguir un mundo mejor. Esta población tiene historia de vulneración pero también de compañeros y compañeras que han sido capaces de levantarse contra eso, lo que ha significado cárcel, muerte y desapariciones".

Desde el colectivo feminista Kullay en Conchalí, durante la revuelta participaron en marchas visibilizando las diversas violencias hacia mujeres y disidencias, denunciando ante el Consejo municipal la acción de personeros de seguridad ciudadana, quienes tomaron detenida a una de sus compañeras, mientras pintaban un pañuelo morado llamando a conmemorar el 8 de marzo, fuera del Metro. "Ella fue esposada por los funcionarios y detenida por Carabineros. Una de las participantes de Kullay es observadora de derechos humanos, rol que varias cumplimos -en la práctica- también en nuestra comuna, yendo a comisarías a defender a jóvenes detenidos por protestar, señala Zulema integrante del colectivo.

Desde Boca Sur, Angelina comenta que el origen de su organización se vincula a las erradicaciones forzadas en dictadura, las que respondieron a la política habitacional de ese momento. "El año 2019 trabajamos la obra de teatro titulada La Marea, mujeres pobladoras, que a partir de cinco historia de mujeres, se da cuenta de las violencias, abandono y valentía de pobladoras erradicadas en la dictadura. Además, hemos denunciado constantemente la violencia policial de la sexta comisaría de San Pedro de la Paz, la misma que alojó al asesino de Camilo Catrillanca, que torturó a Ignacio Matus, la que también reprimió las movilizaciones de pobladores y pobladoras en el territorio, hostigando e intimidando la organización popular, la misma institución que ha intensificado la persecución a la organización territorial en complicidad con la Municipalidad de San Pedro de la Paz".

Voluntarias del comedor popular de Villa Francia trabajando para la poblaciónVoluntarias del comedor popular de Villa Francia trabajando para la población

Voluntarias del comedor popular de Villa Francia trabajando para la población

La respuesta del pueblo

Más allá de alguna desconfianza inicial, por parte de vecinos que estaban atentos a posibles intenciones políticas, la respuesta de los territorios ha sido muy buena, se han ido sumando voluntades, a pesar de las dificultades de mantener estas acciones, que se basan en el voluntariado, por lo tanto, siempre son escasos los recursos, sin embargo destaca en la gente la conciencia de clase.

Esto también se ha visto reflejado en la experiencia de Gioconda en Calama, donde la voluntad y compromiso ha sido vital. "Los Balcones de Calama se encuentra en un sector popular muy vulnerable, donde el pueblo no tan solo es doliente, sino también combativo y eso lo reflejamos en nuestros jóvenes que llegan en sus bicicletas hasta la olla, para trasladar almuerzos hasta el sector centro de Calama, familias necesitadas que en otro tiempo tuvieron un buen pasar y que hoy se acogen a los rezos y a la voluntad de estos muchachos y muchachas que se desplazan por la ciudad buscando además personas en situación calle, ellos son pueblo para nosotros".

En Boca Sur la retroalimentación desde los vecinos y vecinas ha estado cargada de confianza lo que ha servido para afirmar la esperanza. "Hoy trabajamos codo a codo, con mascarillas, pero cara a cara con quienes hemos visto durante años esforzarse por sus familias, con quienes tenemos mucho más que la historia en común, con quienes soñamos un futuro común. Desde el 19 de octubre en adelante hubo un cambio de momento en el territorio, y en pandemia las mascarillas no han sido excusas para no vernos las caras y devolver la confianza que durante años fue sustraída" nos cuenta Angelina. Esto, a pesar de las dificultades en la labor de la organización popular en el territorio, que han originado la represión policial e intervención institucional que, para ellos, no ha tenido otro fin más que provocar la desunión. La violencia policial aumentó en el territorio considerablemente, teniendo como resultado vecinos y vecinas víctimas de tortura, presos y presas políticas, y persecuciones a dirigentes y dirigentas.

En las poblaciones de Santiago la experiencia ha sido similar. Tuti de Villa Francia destaca la colaboración y apoyo mutuo entre los vecinos, "nosotros hemos recibido más de lo que hemos dado, la gente te lo agradece no solo por el plato de comida sino que, por ejemplo, va a la feria y les regalan una zanahoria y la traen para acá. O nos traían la caja de mercadería, selladas incluso, a veces porque les llegaba la comida pero no tenían gas. Los vecinos nos traen el pan añejo que les queda para servirlo para untar. Esto no ha sido asistencialismo porque para los pobres la palabra asistencialismo no existe, es solidaridad de clase y hemos recibido mucho cariño. Las donaciones de la gente que a veces son de cinco lucas, 1.200, que te indica que hay un esfuerzo detrás".

Creando redes de salud popular

Rescatistas Voluntarios trasladan a herido por rebote de bomba lacrimógena a Posta Central debido a la gravedad de sus lesionesRescatistas Voluntarios trasladan a herido por rebote de bomba lacrimógena a Posta Central debido a la gravedad de sus lesiones

Rescatistas Voluntarios trasladan a herido por rebote de bomba lacrimógena a Posta Central debido a la gravedad de sus lesiones

En una democracia cada vez más cuestionada, salir a manifestarse puede ser motivo suficiente para ser atacado con gases tóxicos, o quedar gravemente herido, como les sucedió a varias personas según lo consignado en los informes de los organismos internacionales de derechos humanos.

Por lo tanto, surgió la necesidad de otro sector que ha cumplido una labor fundamental durante el último año, como han sido las brigadas de salud y de rescate que salieron nuevamente a la luz el fin de semana del 2 de octubre, prestando atención oportuna al joven de 16 años que fue arrojado al río Mapocho por un funcionario policial, en medio de una manifestación. Estos grupos de rescate y brigadas son equipos conformados por voluntarios que, por primera vez, aunaron fuerzas para salvaguardar la integridad de quienes ejercen su derecho a manifestarse y sufren lesiones por parte de Carabineros. Anteriormente habían existido esfuerzos localizados en algunas poblaciones de personas con formación en salud, que socorrían a los manifestantes en sus domicilios por los peligros de exposición que existen al asistir a un centro asistencial. Si bien inicialmente los grupos se formaron en Plaza Dignidad, por ser el epicentro de los enfrentamientos con las policías, al poco tiempo surgieron equipos en los distintos territorios donde se producían protestas, tanto en Santiago como en regiones.

"El día 21 de octubre de 2019, se constituye en el sector el primer equipo organizado de atención de primeros auxilios integrado por tres voluntarios. Los primeros integrantes eran respondedores de emergencias (rescatistas y bomberos), con formación en atención prehospitalaria, y equipados con mochilas con insumos básicos. Durante esa jornada se realizaron las primeras atenciones in situ" nos cuenta Carlos de Rescatistas Voluntarios.

Los grupos de voluntarios se apostaban en los sectores calientes para la atención de primeros auxilios, o estabilización y traslado al puesto sanitario operativo más cercano. Cada equipo está constituido por el líder, escudero, seguridad y sanitarios. Y cuentan con camillas, insumos de trauma, radiocomunicaciones, linternas y equipo de protección personal, continúa relatando Carlos.

Lo cierto es que, muy probablemente, las cifras de fallecidos y heridos hubiesen sido exponencialmente mayores si no hubiesen existido voluntarios que, con mayor o menor formación en salud, exponen sus vidas para rescatar a quienes caen heridos en distintos territorios atacados por Carabineros, y los atienden en los puntos de salud, que se instalan en las cercanías de los puntos de protesta.

En Temuco, se formó la Brigada Cruz Negra como una iniciativa de un grupo de estudiantes de enfermería que se organizó para dar atención de primeros auxilios en las calles. Con el pasar del tiempo se integraron más personas pertenecientes al área de salud y otras, aportando desde diferentes aristas, construyendo una Brigada de Salud con una posición política más definida, a favor de las demandas sociales y populares y las múltiples formas de manifestarse. Posteriormente, pasaron a cubrir temas de alimentación popular, apoyo jurídico y psicosocial, espacios para la organización y el diálogo, además de la función de visibilizar y denunciar las violaciones a los derechos humanos.

Uno de los participantes de esta experiencia es Moisés de Rescatistas Voluntarios. "En la medida en que nuestro equipo fue creciendo, fuimos formando sobre la marcha a todo quien quisiera aprender sobre el trabajo del rescate de personas. Al principio no caímos bien, por la disciplina que era necesario tener para no transformarse en una víctima en el escenario que estábamos viviendo".

La escuela que les dejó la calle les hizo enfrentarse a heridos contusos, fracturas de diversa consideración, traumas oculares, impactados por lacrimógenas, impactados por perdigones, quemaduras químicas y agresiones sexuales sobre personas que habían sido detenidas por la policía uniformada. Moisés cuenta que nunca sabían con lo que se iban a enfrentar, que todo lo que sucedía estaba fuera de lo imaginado. La atención hospitalaria conocida por el personal de salud, en la experiencia universitaria o en centros hospitalarios, distaba mucho de lo que estaban viendo en la calle.

Durante la pandemia algunas brigadas lograron reconvertirse buscando apoyar a la población según las nuevas necesidades que iban surgiendo. Los voluntarios de Cruz Negra organizaron ollas comunes, formaron gente para la confección de mascarillas y escudos faciales, establecieron un sistema de atención de salud en línea y crearon un manual de salud popular. En tanto, Rescatistas Voluntarios realizó desinfecciones en recintos del Sename, ollas comunes y campamentos; además apoyó la formación de brigadas de emergencia en distintos territorios.

¿Qué ha sido lo más difícil?

Voluntarios de Cruz Negra resisten la represión policial en TemucoVoluntarios de Cruz Negra resisten la represión policial en Temuco

Voluntarios de Cruz Negra resisten la represión policial en Temuco

El equipo de Cruz Negra relata que lo más duro que recuerdan fue lo vivido el 14 de noviembre del 2019, primer aniversario del asesinato de Camilo Catrillanca. En ese entonces la Brigada estaba atendiendo en la Facultad de Salud de la Universidad de la Frontera, en Temuco (UFRO). Allí se atendieron a aproximadamente 180 lesionados y lesionadas por perdigones, lacrimógenas y golpes graves. Los grupos que trabajaban en la calle eran incontables. Las instalaciones de la universidad se transformaron prácticamente en un hospital de guerra.

"Fue tal la agresividad demostrada por las policías y militares, que inclusive parte de los edificios fueron dañados por el fuego de las lacrimógenas, a sabiendas que nuestro punto de salud estaba allí, agresión prohibida incluso en las situaciones de guerra, por las convenciones internacionales sobre derechos humanos. El ingreso de Carabineros se transformó en algo usual de ahí en adelante. Concluimos que la violencia sin criterio que vimos fue una muestra de lo que ocurre comúnmente con el pueblo mapuche, estigmatizado como terrorista por luchar y defender sus tierras, puesto que eran ellos y ellas los principales manifestantes", relata Leonor una de las voluntarias.

La respuesta de los rescatistas voluntarios coincide, pues señalan que dentro de lo más complicado están las agresiones sufridas por parte de la policía. "Sabemos que tenemos encima a los servicios de inteligencia policial, nuestro personal ha sufrido seguimientos, estamos acostumbrados a tener los drones arriba nuestro" señala Carlos. En noviembre de 2019 la organización presentó un recurso de protección en los tribunales de justicia, asunto que hasta el día de hoy aún no se resuelve".

La retroalimentación del pueblo

La respuesta de la comunidad ha sido de agradecimiento y solidaridad con el pueblo movilizado. Los voluntarios de Cruz Negra saben que les han entregado su confianza, lo que los y las motiva a seguir trabajando. Además, sienten el apoyo del pueblo consciente, tanto dentro de las comunidades del Wallmapu como fuera del territorio.

En tanto los Rescatistas destacan la emoción que les provoca cuando reciben apoyo de la gente más humilde como los vendedores de sopaipillas o de agua que les dejaban regalos, señoras pobladoras que les llevaban comida; o cuando un día en la Plaza se les acercó un pequeño a preguntarles si estarían ahí y se fue contento cuando le dijeron que sí. "Eso fue para nosotros la demostración de que no podíamos fallar a nuestro pueblo, que contaban con nuestra presencia, fue cuando nos dimos cuenta de la tremenda responsabilidad" nos dice Moisés.

*Carolina Vigneaux es periodista, trabaja temas de derechos humanos, movimientos sociales y transparencia. Cursa actualmente Magister en edición en la UDP.

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