El prelado dijo que la tortura durante el régimen militar hirió a muchas personas en Chile y en la actualidad; tiene "otros rostros, estilos y estrategias diferentes", pero que igualmente es una vejación "ofensiva, inhumana e inmoral, porque hiere gravemente y margina a amplios sectores sociales".
Junto con ello, profundizó y aseguró que la tortura del poder económico, político y judicial, crea excluidos, "marginados, de la dignidad y de los bienes que Dios creó para todos".
Vinculado a la corriente de la Teología de la Liberación, el obispo Infanti es un detractor de los megaproyectos energéticos que buscan instalarse en Aysén, como las hidroeléctricas. Hace dos años emitió una carta pastoral sobre el agua como derecho humano básico en la que manifestó su terminante oposición a la privatización del recurso y su adquisición por parte de empresas transnacionales.
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