En los días previos, hasta la población La Victoria llegaron miles de personas a sumarse al continuo homenaje que le rindieron los pobladores y las organizaciones sociales de la zona sur de Santiago, que quedaron consignadas en múltiples registros de video y fotografías (Ver abajo).
En la Catedral, durante el servicio religioso el ex vicario Alfonso Baeza dijo que Dubois demostró que "la salvación del mundo viene de los pobres", y agregó que "hoy se necesita más que nunca que el pueblo unido verdaderamente jamás será vencido". Baeza añadió que en sus últimos días Dubois "estuvo muy cerca de los estudiantes y de los hermanos mapuches".
El arquitecto y colaborador de Londres 38, espacio de memorias, Miguel Lawner escribió el siguiente texto:Pierre Dubois, un párroco consecuenteEl padre Pierre -como le decían los compañeros de La Victoria- fue un héroe en las luchas por acabar con la dictadura.
En la primera protesta que tuvo lugar en mayo de 1983, fue asesinado en La Victoria el joven; Andrés Fuentes. Su padre relató así este crimen: "Él estaba conmigo ahí y me decía: váyase para adentro papá. Yo me voy a ir al tiro, En ese momento sentí un silbido y me eché para atrás..., el balazo le pegó en la cabeza" (1). Los testigos coinciden en culpar a tres civiles que descendieron de un furgón policial estacionado en Departamental. Dos días más tarde, La Victoria ratificó su disposición de lucha cuando 5.000 personas con Pierre Dubois a la cabeza, se congregaron con motivo del funeral del joven poblador y acompañaron sus restos a lo largo de 30 cuadras hasta sepultarlos en el Cementerio Metropolitano. No se había efectuado aún, una marcha tan desafiante bajo el régimen militar. Comenzó a popularizarse el grito " y va a caer , y va a caer". Al día siguiente, treinta pobladores efectuaron, en señal de protesta, un ayuno de veinticuatro horas, acompañados de Pierre Dubois Tres tanquetas penetraron temprano en la tarde a La Victoria, preceiendo a una compañía de carabineros que arrasó con todo lo que se cruzaba en su camino. Destruyeron los vidrios de los autos estacionados en la calle, derribaron a su capricho rejas, cercos ó antejardines y destrozaron con saña las ventanas. Los enfrentamientos continuaron durante las horas de la noche. Con el objeto de desalentar a los combatientes, las tropas de asalto de carabineros recurrieron a formas de castigo aún más sádicos: a las 22.00 horas, fueron secuestrados de su casa tres pobladores, obligados a quitarse la ropa y a recorrer desnudos algunas calles mientras su vestuario era quemado en las fogatas callejeras. "Cada dos cuadras había una patrulla que nos disparaba al aire, dijeron los pobladores Manuel Lillo y Mario Rozas. En Galo González esquina de 30 de Octubre nos obligaron a detenernos y un oficial hizo un simulacro de fusilamiento. Nos colocó desnudos en fila. Pasó bala y dijo Una sola bala basta para ustedes dos..." "El párroco Pierre Dubois mira con horror las laceraciones en los cuerpos de Lillo y Rozas. Su parroquia también fue atacada alrededor de las 20 horas. Un grupo unos 20 policías rodeó el recinto. Primero tiraron piedras y gritaron groserías: "Sale para afuera cura c... y ven a pelear", decían. Luego un grupo arrojó palos y neumáticos ardiendo al interior del recinto". (2) En septiembre de 1983 se cumplían diez años del golpe militar y cabía suponer un clima de efervescencia más caldeado. La quinta Jornada de Protesta se anticipó para el día 8. Pero este llamado fue sobrepasado en las poblaciones periféricas de Santiago, donde la protesta se prolongó por otros tres ó cuatro días. Muchos barrios se declararon territorios liberados, impidiendo el acceso de la Policía, mientras tenían lugar marchas con características de carnaval, al desatarse tantos anhelos reprimidos. La Victoria destacó, una vez más, por su alto grado de participación, por lo cual el gobierno adoptó la resolución de volver a castigarla. Las tanquetas lograron perforar una de las barricadas, irrumpiendo tras ellas los "marcianos" (nombre con el cual el pueblo ha bautizado a las tropas de asalto de carabineros, premunidos con cascos, máscaras y escudos. Además de sus armas pesadas, las tropas se desplazaban con hondas y con largos palos destinados a facilitar sus actos vandálicos. "Es que a nosotros también nos gusta tirar piedrecitas", responden a una vecina intrigada al verlos portar dichos atuendos (3) "A las 18.00 horas un bus de Carabineros entró a toda velocidad por los estrechos callejones de La Victoria rompiendo las barricadas, Desde su interior los Carabineros dispararon lacrimógenas y balas." "Poco después Hoy recibió un aviso: hay tres heridos. Uno de ellos estaba en calle Departamental. Tenía incrustada una bala en la parte superior de la espalda. Frente a la iglesia quedó herido Miguel Zavala (veinticuatro años) Murió después de ser operado. El sacerdote Dubois dice que hay testigos que prueban que le disparó un carabinero que se bajó de un bus civil. Al día siguiente Dubois fue detenido por carabineros - junto con diez periodistas - cuando éstos fotografiaban el bus, estacionado frente a la comisaría del sector." (4) En 1987 la dictadura expulsó de Chile a Pierre Dubois, y sólo pudo retornar cuando se logró el retorno a la democracia. La iglesia no le permitió seguir establecido en La Victoria y fue destinado a San Bernardo hasta un par de años atrás, cuando fue autorizado a regresar a su amada población La Victoria, lugar donde ofició misas hasta el último día de su vida. El evento tuvo lugar en la ilustre esquina de las calles 1º de Mayo y Unidad Popular. Allí se alzó un escenario imponente junto al cual se congregaron varios miles de personas mientras un techo de guirnaldas de color cubría las calles aledañas. Fue un acto que renueva la fe en los ideales, con los veteranos de la toma sentados en actitud solemne en primera fila, junto al sacerdote Pierre Dubois y otros cuadros históricos del movimiento de pobladores. Actuaron artistas de renombre como los Intillimani, y otros aficionados de la misma población. Se dio lectura a una breve reseña con la historia, y se honró con un diploma a los sobrevivientes de la toma original y a quienes fueron leales colaboradores acompañándolos en sus dolores y en sus alegrías a lo largo de su medio siglo de vida. El diploma está encabezado por el texto de la consigna central enarbolada en el acto aniversario: "Nuestra lucha es cambiar esta realidad, y no acomodarnos a ella".
Confío que su memoria sea honrada como se merece, rindiendo homenaje al sacerdote que no vaciló en optar por los pobres cuando más lo necesitaban. |